La experiencia emocional es individual, por lo que, su expresión y regulación es subjetiva. Aunque existen distintas vías para expresar y regular nuestras emociones es muy importante reconocer que estas experiencias emocionales son vivencias subjetivas y propias de cada individuo. Razón por la cual, las vías de autorregulación emocional pueden variar de persona a persona.
¿De qué depende la experiencia emocional subjetiva?
La interpretación personal ante las situaciones que nos acontecen, junto con nuestros pensamientos, emociones y recuerdos; caracterizan la cualidad e intensidad de la vivencia emocional subjetiva.
Por tanto, más que a la experiencia en sí, es importante que se preste especial a las sensaciones y emociones que desata dicha vivencia en particular. Es por esto, que cada persona reacciona de manera diferente, a pesar de haber experimentado la misma vivencia. (1)
Pero, existen dos factores que caracterizan la expresión de las emociones:
Experiencia emocional: vías de autorregulación
No obstante, básicamente la asimilación de nuestra experiencia subjetiva depende de:
- Primero, de la experiencia en concreto.
- Segundo, de la manera en qué interpretamos y le asignamos un significado a aquellas experiencias (aquí se activan nuestros procesos cognitivos).
- Tercero, de las reacciones fisiológicas que acompañan a la vivencia.
- Cuarto, de nuestras expresiones emocionales.
Por lo tanto, la experiencia emocional no sólo se percibe como un proceso afectivo individual y subjetivo, si no, que depende factores cognitivos como la memoria (debido a que, las nuevas experiencias se relacionan con las experiencias previas). Lo que, a su vez puede traer consigo manifestaciones fisiológicas según el tipo de emociones que se expresa.
Vías para regular la experiencia emocional subjetiva
La autorregulación emocional ocurre a través de mecanismos psicológicos que utilizamos de manera espontánea y muchas veces inconsciente, por lo tanto, no nos damos cuenta de ello. Pero, si empezamos a ser conscientes del modo en que, nos autorregulamos y empezamos a reconducir la experiencia emocional que podría suponer un malestar, es posible mejorar nuestra salud mental.
1) La regulación de la confrontación con los hechos
Estos hechos son situaciones que acusan temor o ansiedad, evocando conductas evitativas de distracción conductual y cognitiva, por lo que, la regulación emocional consiste en realizar una actividad o pensar en algo que nos permita evadir aquello que nos causa la experiencia emocional desagradable.
Por ejemplo: el miedo que produce viajar en avión, si confrontamos este hecho, y nos concentramos en algún distractor (como escuchar música o ver una película) puede resultar más llevadero el viaje.
Por lo tanto, este mecanismo consiste en regular las experiencias emocionales seleccionando y creando (hasta donde nos sea posible) circunstancias que intercambien las demandas emocionales desagradables por experiencias agradables, y no excesivamente exigentes. Éste quizás sea uno de los modos más inteligentes de regular las emociones.
2) La regulación del procesamiento de la información externa e interna
Este tipo de autorregulación supone un estilo de afrontamiento intrapsíquico, que implica una distorsión de la realidad, por lo que suele considerarse una forma de reinterpretación o reevaluación defensiva. Por lo que, se ha visto relacionado con los mecanismos de defensa del Yo, como: la negación, la intelectualización, la racionalización y la proyección. Sin embargo, no todo el “afrontamiento intrapsíquico o diálogo interno” es de carácter defensivo.
Por ejemplo: la capacidad de apreciar y analizar las experiencias desde una perspectiva objetiva es una forma de distanciamiento saludables. Es decir, que facilita el autoanálisis y la introspección.
De tal manera, que esta forma de autorregulación emocional podría facilitar una reevaluación constructiva de la experiencia, sin tener que distorsionar la realidad para poder asimilarla.
3) La regulación de las reacciones fisiológicas
En primer lugar; es importante explicar cuáles son las reacciones fisiológicas de las emociones básicas:
- Miedo: Produce un aumento de la respuesta cardíaca y palidez del rostro.
- Asco o disgusto: Provoca una reacción de rechazo.
- Tristeza: Evoca una sensación de vacío, ganas de llorar.
- Enfado: Provoca un aumento del ritmo cardíaco y hormonal (se eleva la adrenalina).
Y, en segundo; las respuestas fisiológicas de estas emociones pueden ser reguladas de maneras poco saludables mediante el uso de tranquilizantes, sedantes y el consumo de alcohol u otras drogas, entre otros.
Por lo tanto, otras formas de regular estas reacciones fisiológicas es mediante la identificación de la emoción y de la respuesta emocional, eso se conoce como biofeedback.
No obstante, los diversos métodos de relajación y ejercicios de respiración son más sencillos de poner de práctica, no exigen equipos tan costosos y brindan beneficios similares.
4) La regulación de las tendencias expresivas y conductuales
El control de las tendencias expresivas y conductuales de la emoción es una forma de regular la propia experiencia subjetiva. Puesto que, las expresiones faciales, vocales, posturales, etc., influyen en la intensidad de la vivencia emocional.
Tanto el dar rienda suelta a las expresiones y conductas emocionales como su supresión sirven para regular la experiencia emocional.
Sin embargo, la supresión de la respuesta emocional externa, por sí misma, no siempre elimina ni debilita la experiencia emocional interna. Es por esto, que cuando la activación emocional es muy fuerte la supresión de la respuesta emocional tiene poco efecto sobre la vivencia interna e incluso genera más tensión.
5) La regulación con la ayuda de otros
La influencia de los otros, como medida de regulación emocional es apreciada de manera indirecta, a través de su apoyo y acompañamiento durante las diversas experiencias. Es decir, que las otras personas nos ayudan a identificar nuestras emociones, así como nos pueden guiar a valorar nuestras experiencias, e incluso nos pueden ayudar a corregir nuestras conductas y actitudes.
Además, nos permiten el desahogo de nuestras emociones y/o vivencias significativas. Lo que favorece al desarrollo de nuestras competencias socioemocionales.
La ayuda de los demás, tiene un valor incalculable cuando nos encontramos en situaciones altamente estresantes.
Finalmente, es importante reconocer que contar con redes de apoyo social, atención y compresión de otros constituye un elemento fundamental para la regulación emocional, siendo un calmante psíquico natural.
Bibliografía
Etxebarria, I. (2002). La regulación de las emociones. En P. Fernández Berrocal y N. Ramos Díaz (Eds.), Corazones inteligentes (pp. 449-476). Barcelona: Kairós.
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