Caminar por la ciudad puede hacer que nos reencantemos con el espacio, ya que supone una pausa y relajación en el ritmo desenfrenado en el que vivimos. Muchos se preguntan cómo seguiremos viviendo de aquí en adelante y en ese sentido, los niños son los más sinceros y capacitados en imaginar nuevos mundos y realidades. En este texto encontrarás algunos ejercicios artísticos para que hagas después de salir a caminar por la ciudad, para que los más pequeños expresen sus ideas sobre esta nueva manera de vivir a través de las artes y la creatividad, y otros, para que todos podamos ver de otra manera nuestra ciudad.
Caminar y reconocer el mundo
“Caminar es una apertura al mundo. Restituye en el hombre el feliz sentimiento de su existencia. Lo sumerge en una forma activa de meditación que requiere una sensorialidad plena (…) Caminar es a menudo un rodeo para reencontrarse con uno mismo (…) el goce tranquilo de pensar y caminar” (1)
Hablamos en un post anterior sobre lo importante que es moverse para activar el cuerpo y sentirnos vivos, y en ese sentido, el caminar supone una fuente beneficiosa no solo para el cuerpo sino también para la mente. Divagamos imaginando, pero también perfeccionamos nuestro sentido de la vista, nuestra percepción y nuestra sensibilidad frente a lo que nos rodea.
Un paseo por la naturaleza nos devuelve a nuestra esencia, nos recuerda quiénes somos y qué lugar ocupamos en el mundo. Inconscientemente se despierta una fascinación frente a lo que estamos viendo y experimentando, una sensación de asombro a pesar de que sabemos y conocemos lo que estamos viendo. “Caminar es un método tranquilo de reencantamiento del tiempo y el espacio (…) Uno debe estar abierto a todas las impresiones y dejar que sus ideas se empapen de lo que ve.”
Recorrer la ciudad
No es lo mismo ir por la playa o la montaña, que salir a caminar en la ciudad. Normalmente podríamos decir que las ciudades nos agobian y que sus ruidos y ajetreo muchas veces nos impiden ver lo que pasa en ella. Pero todos los lugares tienen su encanto y debemos estar en apertura para entenderlos y valorarlos, para tener un contacto corporal e íntimo con la ciudad. Caminar puede hacer que nos re encantemos con el espacio, ya que supone una pausa y relajación en el ritmo desenfrenado en el que vivimos. “(…) Caminar, incluso si se trata de un modesto paseo, pone en suspenso temporalmente las preocupaciones que abruman la existencia apresurada e inquieta de nuestras sociedades contemporáneas. Nos devuelve a la sensación del yo, a la emoción de las cosas, restableciendo una escala de valores que las rutinas colectivas tienden a recordar (…) Caminar reduce la inmensidad del mundo a las proporciones del cuerpo.”
La curiosidad al callejear
Además, nunca conocemos del todo una ciudad. Perderse en ella implica un constante aprendizaje a través del sinfín de estímulos que nos mantienen despiertos y atentos. No deberíamos considerar el caminar por la ciudad solo como un viaje hacia nuestro destino, sino que podríamos adentrarnos por nuevas calles y pasajes no explorados que alimenten nuestra curiosidad. Hoy hemos vuelto a salir después de semanas de encierro y no es extraño que nos sintamos como turistas en nuestro propio hogar. Es como si volviéramos a conocer eso que siempre estuvo ahí, pero que estábamos tan acostumbrados a ver que ya no nos causaba interés. Ahora todo parece ser nuevo y con eso, le tomamos valor a las cosas simples: a las luces y sombras del camino, a olores, al viento que mueve los árboles y a la temperatura que va cambiando conforme pasa las horas. Todo eso le da un sentido a la caminata y apreciamos el recorrido aunque éste no tenga ningún destino específico.
“La experiencia del caminar urbano despierta el cuerpo en su totalidad, es una puesta en escena del sentido y de los sentidos. La ciudad no está fuera del hombre sino en él, impregnando su mirada, su oído y todos los demás sentidos. El hombre se la apropia y actúa según los significados que le da a la ciudad”
La memoria de los lugares
Es interesante también, reconocer que cada habitante de una ciudad tiene sus espacios y recorridos favoritos. Las ciudades contienen historias personales, nos trasladan a la infancia, a una junta con nuestros amigos, a la fiesta del barrio, a la señora que vende pan y a muchos tantos otros recuerdos que aparecen cada vez que volvemos a pasar por el lugar donde los vivimos. Así mismo, hay imágenes que van apareciendo en nuestra caminata que no suponen nada y aun así nos llaman la atención: manchas, carteles, rayados. Todo eso son como huellas que van quedando marcadas en la ciudad y que nos cuentan algo pasado, que aunque no conozcamos su origen podemos imaginarlo e inventar historias a partir de ellas. ¡Un buen ejercicio artístico es salir a caminar por la ciudad a reconocer todas esas huellas y lugares! “Muchas de esas cosas, fragmentos que no tienen nada que ver con el arte porque no portan la intención de tal, pero están ahí dispuestos, desinteresadamente dispuestos a nada y, sin embargo, recogiendo la mirada de quien camina como paseante atento…” (2)
La materia del tiempo
Por último, me gustaría hacer referencia a la obra de Richard Serra “La materia del tiempo”. Esta instalación escultórica juega, justamente, con el tiempo y el espacio. A través de ella nos trasladamos hacia un estado mental que supone un tiempo cronológico, pero también un tiempo contemplativo y psicológico. La obra necesita de una implicación corporal y mental en la que cada espectador vive su propio y único recorrido. Sin esta vivencia, la obra no tiene sentido. ¿A qué quiero llegar con esto? A que, así como la obra de Serra no existe sin sus habitantes que la recorren, las ciudades no existen sin sus caminantes, ya que es el constante movimiento el que le otorga sentido a la experiencia.
Ejercicios artísticos
- Imaginemos el futuro: Representa tu “ciudad ideal” a través de alguna forma de expresión. Puedes escribir, dibujar, fotografiar, pintar, hacer una canción o bailar. La idea es reproducir nuestro paseo-viaje por la ciudad, aunque este solo sea ir a comprar al mercado cercano. Piensa en algunos puntos a considerar: ¿qué rol tiene la naturaleza y los animales? ¿cuál es la importancia del juego? ¿cómo nos movilizamos?
Acá también puedes encontrar más ideas para los más pequeños.
- Memoria: ¿a qué nos recuerda esa calle o lugar que recorremos todos los días? ¿existen otros lugares a los que ahora no puedes ir que te recuerden algo importante? Hazte este tipo de preguntas y como si estuvieras revelando una fotografía antigua, dibuja o pinta ese espacio-recuerdo para que lo puedas volver a vivir cada vez que lo mires.
Ejercicios artísticos de observación:
- Líneas de la ciudad: la ciudad es sinónimo de velocidad y, por ende, podemos representarla a través de líneas, como si los objetos estuvieran pasando muy rápido. Por ejemplo, piensa en los coches pasando de noche por una avenida: solo veríamos sus luces. O cuando viajamos en tren y por la ventana vemos el paisaje perderse fugazmente. ¡Raya, pinta o mancha esas imágenes, pensando en el movimiento de las cosas!
- Lo invisible: sombras y reflejos. Mira las fuentes o charcos de agua que se hacen después de la lluvia, observa su reflejo y su mundo acuático. Detente también a ver las sombras que se proyectan de un árbol hacia el suelo, ¡que bello cómo se mueven y cambian constantemente!. Todo esto forma parte de una realidad que no siempre nos detenemos a mirar y, por tanto, pasan desapercibidas. Aprovecha el móvil, una herramienta que ahora todos tenemos al alcance de la mano y ¡haz fotos! Puedes agregar otras cosas que encuentres en tu barrio: naturaleza escondida, rayados, manchas, señaléticas, etc. Verás como esta bitácora de lo invisible te enseña a ver mucho más allá de las cosas.
“¿Qué importa el resultado? Lo que cuenta es el camino recorrido. No se hace un viaje; el viaje nos hace y nos deshace, nos inventa. … para proveernos nuevamente de imágenes y sensaciones, de nuevos lugares y nuevos rostros, buscar un pretexto para escribir y renovar nuestra mirada, sin olvidar nunca que la tierra está hecha para los pies más que para los neumáticos, y que, ya que tenemos un cuerpo, lo mejor será que lo utilicemos.” (1)
(1) Le Breton, D. Elogio al caminar. 6 edición (2018) (2) Sanfuentes F. Poéticas de la intemperie. (2015)